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Si consideramos la valoración, para nada ilógica que la sociedad se moldea sobre la dinámica comunicacional que contiene, por lo cual, elementos críticos a la comunicación y por ende a la sociedad, individualista, alienante, transculturizante, entre otros elementos disociadores, han propuesto y propulsado herramientas para que el pueblo organizado se de sus propios mecanismos de comunicación, alternativos.
En esta dialéctica, hoy, varias décadas de aquellos propulsores, las realidades son otras, pero las condicionantes no han variado sustancial ni sustantivamente, lo niveles de atropello y dominación de las estructuras de poderes fácticos sobre las estructuras de comunicación.
Si, se aprecia un avance conciente de comunidades que han percibido la necesidad de darse estructuras de comunicación que no respondan a los intereses del mercado, de las esferas religiosas, de los sectores políticos, ni de las estructuras del Estado, todos poderes que deberían estar sustentados sobre la participación protagónica de las y los vecinos donde hacen vida en las comunidades, sin embargo, la mayoría de las veces, la aplastante mayoría, no es así. Los procesos decisorios, del mercado, de la Iglesia, del Estado y de los partido políticos, en nuestra América, siguen estando disociados de las estructuras populares organizadas, salvo excepciones, pero no llegan ni cerca de ser la regla, son –lamentablemente, por ahora- la excepción. Y sobre eso es donde debemos, como colectivos vinculados a los procesos comunicacionales, batallar, concienciar, debatir, comunicar, con el otro, con la comunidad, en la comunidad, diagonalmente, transversalizando todos y cada uno de los segmentos sociales, para en colectivo construir un discurso colectivo y colectivizante, de las problemáticas, pero por sobre todo de las conquistas que el pueblo organizado logra a diario, y que no se transforman en titulares de prensa, no por desconocimiento –que sí se da en algunos casos- sino, la mayor de las veces, por que no responde a los intereses de clase, ni estratégicos ni dialécticos del sistema comunicacional imperante.
En este proceso, todos los mensajes cuentan, mensajes éstos que construyen los discursos, y del tono de esta superposición de mensajes, será la tónica del discurso de estas estructuras de comunicación, serán pues mensajes constructores de un discurso liberador, o mensajes constructores de un discurso reproductor de las desigualdades, los antivalores, y las condicionantes alienantes.
En esta disyuntiva, la participación protagónica de las y los vecinos en el debate de los mensajes, de los discursos, pero por sobre todo de la organización y articulación para la transformación social de su entorno más inmediato, ya forman por sí y para sí, los elementos comunicacionales que conformarán los contenidos de los medios que se den para comunicar esos factores informativos, alternativos a los mensajes de consumo de los grandes medios de comunicación, que lejos están la más de las veces, de responder a un debate conciente y protagónico de las vecinas y los vecinos para la gestión, promoción y desarrollo de esa estructura comunicacional.
Cuántos promotores culturales hacen vida en nuestra comunidad?, cuántos músicos, pintores, escritores, arquitectos populares, deportistas de las más diversas disciplinas, hacen vida en el radio de acción de la radio comunitaria?; cuántos activadores políticos, promotores sociales, voluntarios anónimos generan a diario acontecimientos anónimos, que aturden anónimamente –por ausencia- los titulares de la prensa comercial, de las radios capitalistas, de los programas televisivos alienantes?; radica ahí la potencialidad, no solo comunicacional de los medios alternativos, sino hasta incluso sus potencialidades económicas para ensayar estrategias de subsistencia de los requerimientos para su salida al aire, porque, porque…, es necesario también pensar, ensayar y proponer alternativas a las formas de comunicación. No se debe confundir niveles importantes de comunicación con saturación informativa, porque incluso, son conceptos antagónicos.
El primero, los niveles importantes de comunicación, permite una comunicación bidireccional, donde el diálogo y el mensaje son elementos sustentables para una comunicación diagonal, sin verticalismos, ni vacíos comunicacionales que busquen promover el consumismo y no la participación, la pasividad y no el protagonismo social. En segunda instancia, una saturación informativa, lo que hace es neutralizar la acción social de los actores centrales de las comunidades. Opacando su protagonismo en las comunidades, apresando su atención a un mensaje, hilvanado en un discurso que paraliza, desestimula, descordina, atenta en suma contra el pensamiento crítico y la acción socialmente comprometida, con el otro. Eso es comunicación, estar con el otro, hacer con el otro, comunicarse con el otro, comunicarse pues.
No existe estructura social sin comunicación, es coexistente una de otra. Toda estructura por más mínima que parezca, solo se cohesiona, consolida y desarrolla mediante los resortes de comunicación que entre sus elementos activen. De no ser activados estos elementos de conexión comunicacional, del uno con el otro, sencillamente la estructura social no se da, se neutraliza.
El medio comunitario, realmente alternativo, debe darse esos espacios de articulación con la comunidad, con sus activadores alternativos, que no responden a intereses espurios o ajenos a sus necesidades reales de reivindicación cultural, desarrollo personal y articulación colectiva, y desde ese nivel es que son las y los vecinos quienes activan las herramientas comunicacionales (micrófono, megáfono, radio, pared, muro, radio, televisora, volante, afiche, etc.) para comunicar, interactuar, conocer e interactuar con el otro, para crecer en armonía y comunicar en forma bidireccional, no de otra manera.
Por eso es tan importante no perder el norte, cuando defendemos un discurso alternativo y terminamos ejerciendo acciones reproductoras de comunicación vertical, alienante y transculturizante, que puede llegar a consolidar la percepción que entre lo alternativo y lo instituido, no hay o no puede llegar a haber diferencias, y que las estructuras que en una y otra instancias pueden llegar a ser tan similares, que se confunden unas con otras, y es indispensable que no sea así.
Es prioritario que nos tomemos el tiempo para debatir con la comunidad, pero no como un ser abstracto, etéreo, no. Sino concreto, real; la comunidad integrada por las trabajadoras, los trabajadores, los y las estudiantes, las vecinas y los vecinos, los trabajadores voluntarios y voluntarias que diariamente apuestan a un relacionamiento alternativo con su prójimo, radica allí la clave de la comunicación alternativa.
Desde donde los medios comunitarios, que buscan realmente ser alternativos, deben formar parte de ese proceso, y el comunicador, la comunicadora alternativa no es más, ni debe ser más, que un activador más que hace vida en la comunidad, y que por ende, respondiendo a su conciencia de pertenencia y de clase, activa con sus semejantes, para construir en conjunto, con el otro, los mensajes, las músicas, los conceptos, las propuestas de esparcimiento y formación populares que darán vida al discurso comunicacional que sea parido entre los hombres y mujeres libres que libremente debaten, proponen y comparten nuevas formas y maneras de comunicación, en sus medios, sin necesidad de pedirle permiso a los poderes fácticos para vehiculizar esa comunicación, no.
Es prioritario, percibirnos como poder constituyente, en el seno de nuestros caseríos, barrios, manzanas, parroquias, y desde allí, comenzar a dar la batalla impostergable a la incomunicación esparcida y vendida como elemento comunicacional y que no es más que residuos informativos que responden a necesidades comerciales de empresas que no nos pertenece, que contaminan nuestro ambiente, enferman nuestras mentes y nuestros cuerpos, y que –debido a la transculturización y al cloroformo mediático que esparcen en sus medios-consumimos sin cuestionar.
Eso es lo que debe ser quebrado, rehecho, y replanteado con el otro, con la otra, con el colectivo concreto, para que en verdad lo alternativo aplicado a la comunicación redunde en una comunicación nueva, libre y liberadora, y no en una mera reproducción barata, y exenta de impuestos de los sistemas de dominación a que ha apelado sistemática e históricamente es estatus quo, para dividir a los más, para que sean los menos los que se entronen en los poderes fácticos.
Víctor Manuel Rodríguez
comunicador popular
siquesepuede@gmail.com
http://ruedadeprensa.ning.com/profiles/blogs/debemos-analizar-y-analizarnos
En esta dialéctica, hoy, varias décadas de aquellos propulsores, las realidades son otras, pero las condicionantes no han variado sustancial ni sustantivamente, lo niveles de atropello y dominación de las estructuras de poderes fácticos sobre las estructuras de comunicación.
Si, se aprecia un avance conciente de comunidades que han percibido la necesidad de darse estructuras de comunicación que no respondan a los intereses del mercado, de las esferas religiosas, de los sectores políticos, ni de las estructuras del Estado, todos poderes que deberían estar sustentados sobre la participación protagónica de las y los vecinos donde hacen vida en las comunidades, sin embargo, la mayoría de las veces, la aplastante mayoría, no es así. Los procesos decisorios, del mercado, de la Iglesia, del Estado y de los partido políticos, en nuestra América, siguen estando disociados de las estructuras populares organizadas, salvo excepciones, pero no llegan ni cerca de ser la regla, son –lamentablemente, por ahora- la excepción. Y sobre eso es donde debemos, como colectivos vinculados a los procesos comunicacionales, batallar, concienciar, debatir, comunicar, con el otro, con la comunidad, en la comunidad, diagonalmente, transversalizando todos y cada uno de los segmentos sociales, para en colectivo construir un discurso colectivo y colectivizante, de las problemáticas, pero por sobre todo de las conquistas que el pueblo organizado logra a diario, y que no se transforman en titulares de prensa, no por desconocimiento –que sí se da en algunos casos- sino, la mayor de las veces, por que no responde a los intereses de clase, ni estratégicos ni dialécticos del sistema comunicacional imperante.
En este proceso, todos los mensajes cuentan, mensajes éstos que construyen los discursos, y del tono de esta superposición de mensajes, será la tónica del discurso de estas estructuras de comunicación, serán pues mensajes constructores de un discurso liberador, o mensajes constructores de un discurso reproductor de las desigualdades, los antivalores, y las condicionantes alienantes.
En esta disyuntiva, la participación protagónica de las y los vecinos en el debate de los mensajes, de los discursos, pero por sobre todo de la organización y articulación para la transformación social de su entorno más inmediato, ya forman por sí y para sí, los elementos comunicacionales que conformarán los contenidos de los medios que se den para comunicar esos factores informativos, alternativos a los mensajes de consumo de los grandes medios de comunicación, que lejos están la más de las veces, de responder a un debate conciente y protagónico de las vecinas y los vecinos para la gestión, promoción y desarrollo de esa estructura comunicacional.
Cuántos promotores culturales hacen vida en nuestra comunidad?, cuántos músicos, pintores, escritores, arquitectos populares, deportistas de las más diversas disciplinas, hacen vida en el radio de acción de la radio comunitaria?; cuántos activadores políticos, promotores sociales, voluntarios anónimos generan a diario acontecimientos anónimos, que aturden anónimamente –por ausencia- los titulares de la prensa comercial, de las radios capitalistas, de los programas televisivos alienantes?; radica ahí la potencialidad, no solo comunicacional de los medios alternativos, sino hasta incluso sus potencialidades económicas para ensayar estrategias de subsistencia de los requerimientos para su salida al aire, porque, porque…, es necesario también pensar, ensayar y proponer alternativas a las formas de comunicación. No se debe confundir niveles importantes de comunicación con saturación informativa, porque incluso, son conceptos antagónicos.
El primero, los niveles importantes de comunicación, permite una comunicación bidireccional, donde el diálogo y el mensaje son elementos sustentables para una comunicación diagonal, sin verticalismos, ni vacíos comunicacionales que busquen promover el consumismo y no la participación, la pasividad y no el protagonismo social. En segunda instancia, una saturación informativa, lo que hace es neutralizar la acción social de los actores centrales de las comunidades. Opacando su protagonismo en las comunidades, apresando su atención a un mensaje, hilvanado en un discurso que paraliza, desestimula, descordina, atenta en suma contra el pensamiento crítico y la acción socialmente comprometida, con el otro. Eso es comunicación, estar con el otro, hacer con el otro, comunicarse con el otro, comunicarse pues.
No existe estructura social sin comunicación, es coexistente una de otra. Toda estructura por más mínima que parezca, solo se cohesiona, consolida y desarrolla mediante los resortes de comunicación que entre sus elementos activen. De no ser activados estos elementos de conexión comunicacional, del uno con el otro, sencillamente la estructura social no se da, se neutraliza.
El medio comunitario, realmente alternativo, debe darse esos espacios de articulación con la comunidad, con sus activadores alternativos, que no responden a intereses espurios o ajenos a sus necesidades reales de reivindicación cultural, desarrollo personal y articulación colectiva, y desde ese nivel es que son las y los vecinos quienes activan las herramientas comunicacionales (micrófono, megáfono, radio, pared, muro, radio, televisora, volante, afiche, etc.) para comunicar, interactuar, conocer e interactuar con el otro, para crecer en armonía y comunicar en forma bidireccional, no de otra manera.
Por eso es tan importante no perder el norte, cuando defendemos un discurso alternativo y terminamos ejerciendo acciones reproductoras de comunicación vertical, alienante y transculturizante, que puede llegar a consolidar la percepción que entre lo alternativo y lo instituido, no hay o no puede llegar a haber diferencias, y que las estructuras que en una y otra instancias pueden llegar a ser tan similares, que se confunden unas con otras, y es indispensable que no sea así.
Es prioritario que nos tomemos el tiempo para debatir con la comunidad, pero no como un ser abstracto, etéreo, no. Sino concreto, real; la comunidad integrada por las trabajadoras, los trabajadores, los y las estudiantes, las vecinas y los vecinos, los trabajadores voluntarios y voluntarias que diariamente apuestan a un relacionamiento alternativo con su prójimo, radica allí la clave de la comunicación alternativa.
Desde donde los medios comunitarios, que buscan realmente ser alternativos, deben formar parte de ese proceso, y el comunicador, la comunicadora alternativa no es más, ni debe ser más, que un activador más que hace vida en la comunidad, y que por ende, respondiendo a su conciencia de pertenencia y de clase, activa con sus semejantes, para construir en conjunto, con el otro, los mensajes, las músicas, los conceptos, las propuestas de esparcimiento y formación populares que darán vida al discurso comunicacional que sea parido entre los hombres y mujeres libres que libremente debaten, proponen y comparten nuevas formas y maneras de comunicación, en sus medios, sin necesidad de pedirle permiso a los poderes fácticos para vehiculizar esa comunicación, no.
Es prioritario, percibirnos como poder constituyente, en el seno de nuestros caseríos, barrios, manzanas, parroquias, y desde allí, comenzar a dar la batalla impostergable a la incomunicación esparcida y vendida como elemento comunicacional y que no es más que residuos informativos que responden a necesidades comerciales de empresas que no nos pertenece, que contaminan nuestro ambiente, enferman nuestras mentes y nuestros cuerpos, y que –debido a la transculturización y al cloroformo mediático que esparcen en sus medios-consumimos sin cuestionar.
Eso es lo que debe ser quebrado, rehecho, y replanteado con el otro, con la otra, con el colectivo concreto, para que en verdad lo alternativo aplicado a la comunicación redunde en una comunicación nueva, libre y liberadora, y no en una mera reproducción barata, y exenta de impuestos de los sistemas de dominación a que ha apelado sistemática e históricamente es estatus quo, para dividir a los más, para que sean los menos los que se entronen en los poderes fácticos.
Víctor Manuel Rodríguez
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Gracias a internet podemos hacer cosas tan simples como interactuar con gente que vive a miles de km de distancia. Con ello estamos contribuyendo a una conciencia global y colectiva. Pero, cuidado, podemos crear un mundo virtual semejante a los efectos de una droga, y que tan sólo lo usemos como vávula de escape de vana ilusión. Aún así creo firmemente que cuanto más hagamos servir nuestra libertad de expresión y nos demos cuenta de la importancia que tiene (sobre todo cuando nos la niegan), más agiles estaremos a la hora de defenderla y con ella nuestros derechos como seres humanos y nuestra dignidad como personas.
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