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“Yo he sido tierra desangrada y tan solo me han restañado mis heridas con el falso bálsamo de un utópico progreso donde la verdadera cultura ha sido nula. Mis hijos tan sólo se han contentado en ver alzarse tormentosos, chupadores de mi savia. Me han llenado de úlceras; pero hoy me he sentido con mi corazón repleto de alegría y esperanza ante la presencia de este evento que me ha traído un mensaje de un porvenir espiritual que redundará en progreso material, también. Así lo dice hoy la ciudad de Cabimas en este día glorioso”. Salvador Valero. Cabimas 1970.

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NO te dejes engañar, un DISCURSO con otra ACCION = FASCISMO

Karen Mendez - 13/11/12 -
Alí Primera decía que el canto de los revolucionarios no es un canto de protesta ni de malcriadez, sino una canción necesaria, esa que puede lograr que otros seres humanos entiendan por qué se lucha y por qué se resiste ante un sistema opresor, como lo es el Capitalismo.
Julián Conrado es uno de esos cantores Nuestroaméricanos que piensa y siente lo mismo que Alí. Dice que viene cantando desde el vientre de su madre, pero que fue con los años, cuando empezó a ver y a sufrir las injusticias contra el pueblo colombiano, cuando empezó a utilizar su voz y su garganta como un arma de lucha.

“Yo lo que digo en mi canto es la verdad. No se puede ser cantor sin decirle la verdad al pueblo” sostiene Julián.

Una de sus primeras composiciones fue “Dolor y rabia”. La hizo para recordar la masacre de las bananeras en 1928. Tiempo después, en 1973, compuso “La volqueta”, sobre un camión para volcar carga que se robó el alcalde de Turbaco.

“Por esa canción me llevaron a la cárcel, esa volqueta me llevó a conocer el estado represivo colombiano….y ahora pensándolo bien, Shakira por sus canciones se gana Grammys y yo por las mías me gano la cárcel, jejj, cada quien se gana el premio de acuerdo a lo que canta”

Julián recuerda que en plena juventud participó en muchos festivales de música y poesía, siempre interpretando versos revolucionarios, pero nunca ganaba nada.

“Los que me premiaban eran los del pueblo. Es que no se puede amar al pueblo sin ser odiado por quienes los oprimen”

En 1972, Julián participó en un concurso de poesía y ganó, pero el jurado no quería darle el premio, no quería premiar sus versos incendiarios.

“Fue tan fuerte el reclamo de la gente que no les quedó otra que dármelo. El premio era un boleto para retirar un LP en una tienda. Yo escogí un disco de Los Guaraguaos, “Es mi viejo” y allí estaban “Casas de cartón” y “Contésteme tío Juan” de Alí Primera”

Desde ese momento, Julián se abrazó para siempre a su panita Alí y al canto necesario. Así se convirtió en el cantor de los pobres de Colombia, esos que casi nadie escucha o quiere escuchar.

“Mi canto le da miedo a la oligarquía y al gobierno colombiano porque denuncio sus infamias. Si uno refleja el mundo y lo canta con sinceridad vas a tener problemas con el régimen, porque un cantor sincero no puede dejar de denunciar que en Colombia hay una tiranía”

“En 1976 me grabó Alfredo Gutierrez, dos temas que se llamaban `Recuerdos de un romance` y `Mis Canciones`. Esto me llevo a ser conocido nacional y hasta internacionalmente.

Luego grabe con Mariano Pérez, diez temas en un disco, de los cuales dos eran de mi autoria, una de despecho “Tristeza sobre tristeza” porque venia de un garrotazo sentimental; y “Chanchito altanero”, donde denuncia el terrorismo de estado por parte del ex Presidente Turbay Ayala”

La indignación y la repulsión por la sistemática violación a los derechos humanos por parte del gobierno colombiano y en especial el asesinato de Camilo Torres, hizo que aflorara la sensibilidad revolucionaria de Julián.

En 1980 fue candidato a Concejal por el Partido Socialista de los Trabajadores.

Luego se incorporó a la Unión Patriótica, partido político que fue literalmente exterminado por el terrorismo de estado, donde participaba en el equipo cultural que acompaño al candidato presidencial Jaime Pardo Leal. Más de cinco mil militantes y 3 candidatos presidenciales, fueron asesinados.

“Se buscaba la unificación de los patriotas para hacer una Colombia nueva, donde se resuelvan los problemas fundamentales de la gente, pero sobretodo, el problema de la tierra, que en este momento están casi todas en manos de transnacionales extranjeras”

Callar y morir, o cantar y guerrear, esas eran los únicas dos opciones que tenía Julián. Optó por cantar y luchar, y ya lleva más de 30 años alzado en canto.

“Yo no conozco la paz. Ni un día de paz conozco…no he vivido fuera del terrorismo de estado”

Cuando este cantor cartagenero decidió proteger su vida y formar parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia dejó de llamarse Guillermo Torres y pasó a llamarse Julián Conrado.

“No lo hice para ocultar mi verdadera identidad, sino para rendirle honores hasta el último verso de mi vida a ese gran amigo mío, Julián Conrado”, que asesinó el gobierno colombiano en 1983.

En su canción “de mi pueblo para la guerrilla”, Julián confiesa que él nunca ha querido la guerra y si ahora es guerrero es por pura necesidad, y porque además, ya está bueno de tanta explotación contra los proletarios.

“La lucha armada es un camino doloroso que algunos revolucionarios hemos tenido que tomar. No me arrepiento, como tampoco creo que se arrepienta Fidel, el Che, Guaicaipuro, el Negro Miguel, Hugo Chávez y otros tantos. Si no me voy pal monte no estaría ahora hablando contigo”

Desde 2011, Julián está detenido en los calabozos de la Dirección de Inteligencia Militar, en Caracas, Venezuela. Cruzó hasta este país aquejado por diversas enfermedades: Hepatitis, Paludismo, leishmaniasis, recrecimiento de la próstata y por fiebres altas y resacas de explosiones producto de los diversos bombardeos a los que ha sobrevivido, entre ellos el del 1 de marzo de 2008, cuando el gobierno colombiano masacró a Raúl Reyes y otra veintena de guerrilleros más en territorio ecuatoriano. Pero sobre todo, Julián llegó hasta Venezuela buscando bases de paz.

“Recuerdo aquella noche bajo una lluvia de bombas y balas…mi compañera y yo nos dimos un beso; tranquila mi amor, le dije, si nos matan dejaremos un bello ejemplo de dignidad; ella me dijo que también pensaba así. Entonces nos abrazamos fuerte y nos quedamos esperando…pero tal muerte no llegó, seguramente le tuvo miedo a tanto amor. Igual sucedió en el pueblito de Altamira de Cáceres, esa otra noche de terror del 31 de mayo de 2011: el amor volvió a derrotar la reseca muerte”

El gobierno colombiano pide su extradición para enviarlo a Estados Unidos, país que ofrece 5 millones de dólares por su entrega. En 30 años no han dejado de perseguirlo; imposible olvidar cuando el gobierno colombiano anunció que ellos mismos lo habían asesinado durante el bombardeo al campamento de Raúl Reyes, y exhibieron como trofeo, por todos los medios de comunicación, un cadáver que no era el de él.

Pero Julián no está solo. Un ejercito de cantores, abogados, cultores, periodistas, intelectuales de Venezuela y de distintos rincones del planeta lo acompañan. Todos le piden al gobierno revolucionario de Venezuela que le de libertad y asilo político a Julián, así como se formalizo en solicitud hecha en julio del 2011. “Que no callen al cantor”, es lo único que piden. Todos saben que enviarlo a Colombia y EEUU sería condenarlo a la muerte, a la barbarie.

“Todos ustedes son mis abogados, su solidaridad es mi mayor defensa…yo estoy acá, coñasiao`, pero fino, como dijo el ex guerrillero venezolano, Clodosvaldo Russian, cuando entro de la cárcel del burro…yo mientras tanto, en mi trinchera de la dignidad, sigo componiendo. Ya llevo un montón de canciones. La última que compuse se llama “el tremendo negocio”, sobre el negocio que tiene la oligarquía colombiana y el imperio estadounidense con la guerra en Colombia.

Julián, acostumbrado a la selva, sueña entre barrotes con la libertad. Quiere salir e irse hasta Falcón para reencontrarse con Alí Primera, y así, junto a los hijos de sangre y de alma de su eterno panita seguir componiendo:

“La canción ahora es más necesaria que nunca para poder despertar conciencias, corazones y poder salvar al planeta, a la humanidad entera, porque hasta un ciego puede ver que este capitalismo loco está destruyendo todo”

Así como la canción necesaria hoy es más urgente que nunca, la libertad de Julián también lo es. Ya América Latina perdió a Víctor Jara y nadie pudo hacer nada, pero por la libertad y la vida de Julián si que se puede hacer, y bastante. A Julián no sólo lo ampara la Constitución Bolivariana, la Convención de Ginebra y la Convención contra la tortura, sino la conciencia, la ética y el compromiso de miles de hombres y mujeres que saben que es necesario y urgente el canto de Julián para seguir luchando por una Colombia, y un mundo, con paz y justicia social.

Tiene razón Julián, sólo amando venceremos!!

Karen Méndez
Periodista con Dignidad

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