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Y confiriendo unas señales con otras de
todo punto certificó por verdadera su
Imaginación.
CERVANTES

POR. ALBERTO BORREGALES


Elaborando un marco referencial que sirva, no como punto de partida de un inicio, sino más bien como el corte transversal de un tránsito, de una continuidad, de una idea totalizadora de la Historia, nos damos cuenta de que los grandes acontecimientos históricos estuvieron acompañados por la gran idea de un sujeto trascendental que por medio de una teoría del conocimiento daba cuenta de los grandes sucesos de la Historia a través de la Razón. Una razón que aún hoy se afianza en la Ilustración occidental teniendo como centro generador al sujeto. El individuo se convierte así en centro del universo. En consecuencia, su historia es reciente.

El cógito cartesiano sólo da cuenta de un Yo que se hace cada vez más vacío en esta inconclusa modernidad. El genio maligno de Descartes se ha puesto de manifiesto en cualquier instancia de lo sociopolítico y no deja ya de acechar todos los vínculos de una posible teoría revolucionaria. Tanto el capitalismo privado, como el capitalismo de estado, está atravesado por esta idea de una falsa conciencia. El sujeto histórico revolucionario en esta práctica política actual ha sido degradado a objeto para siempre. Ya no hay posibilidades para la construcción del hombre nuevo.

Dos premisas o ideas fundamentales de investigación del pensamiento actual para llevar a cabo un diagnóstico del presente son la que introduce Fredrich Nietzsche, la idea de la muerte de Dios; la segunda premisa o idea que inscribe Michel Foucault, la muerte del sujeto. En consecuencia, es importante destacar que para entender el rizoma discursivo de Michel Foucault es necesario de antemano un enfrentamiento crítico con el pensamiento filosófico de Fredrich Nietzsche. Toda la textura discursiva de Foucault está marcada en el cuerpo entero de su obra por la palabra de Nietzsche.

Tan reciente como fue la idea del hombre como centro del universo, pareciese ser que con estas dos premisas filosóficas los acontecimientos sociales y políticos actuales dejan entrever una mirada que no ha sido consultada pero que siempre ha permanecido como inmóvil, silenciosa, se patentiza ante una visión indiferente de las actuales circunstancias de transformación social que hoy día vive el mundo. Los grandes sucesos de la historia no parecen tener sentido ya ni en el pasado y ni siquiera para edificar un presente. Vivimos la Era del Vacío anunciada muy elocuentemente por Gilles Lipovetzki.

Tanto Nietzsche como Foucault, este último, sin duda alguna, heredero de las regularidades discursivas de Sigmund Freud y Carlos Marx, elaboran una sustancial reflexión crítica que pone en cuestionamiento todos los objetivos que estos grandes relatos se habían planteado, tales como: la idea de progreso, desarrollo, felicidad, libertad. El nivel de la crítica se establece, en consecuencia, en la poca capacidad que tiene la historia y la política para dar cuenta de los cambios sustanciales que el mundo de hoy experimenta ante nuestra observación. En este contexto, la muerte del sujeto anunciada por M. Foucault en Las palabras y las cosas, acarreará consigo la idea del cógito cartesiano, la idea de razón, ética, historia y libertad construida por Kant y Hegel y todos los pormenores de una metafísica generada posterior a ellos durante doscientos años: XVIII, XIX y XX. El sujeto construido en la Ilustración, afianzado en su razón y en su Yo, ha sido cosificado, es decir, degradado a objeto.
Adolfo Sánchez Vásquez, un eminente especialista en Estética Marxista expresa:

En cuanto a la muerte del sujeto, proclamada por el postestructuralismo francés, el posmodernismo la hace suya, enfrentándose así a toda supervivencia romántica del genio, o a las experiencias modernas de ansiedad o rebelión personal (…) Ciertamente, la disolución de la subjetividad es real y no solo un problema ideológico o estético. La modernización capitalista ha fragmentado al individuo con la división del trabajo y ha disuelto su individualidad al cosificar o burocratizaar su existencia.

Los postestructuralistas se apoyan en la obra de F. Nietzsche para fundamentar la reflexión en torno al sujeto. Cuidado, me baso en lecturas de autores como J. Derrida, J. F. Lyotard, G. Deleuze, F. Guattari, Miguel Morey, etc., que plantean un análisis que inscribe la diferencia en el pensamiento. Nietzsche ataca los conceptos de superación y progreso y con ello descalifica la historia como proceso ascendente bajo el signo de lo nuevo. Para F. Nietzsche no hay ascenso sino retorno . Por otra parte, los valores supremos a los que podría dirigirse ese ascenso histórico quedan pulverizados. Y, sin embargo, aunque Nietzsche dinamita el suelo de la razón y el progreso y con ello se viene abajo el proyecto ilustrado de emancipación, no niega éste en términos absolutos ya que confía en un hombre nuevo que sabrá nuevos valores. Tras la denuncia implacable de los peligros de la modernidad, peligros que atribuye a la ciencia, al racionalismo, a la muerte de Dios, F. Nietzsche ve a ese hombre nuevo abriéndose paso entre ellos, con lo cual el futuro sigue abierto.
Para los posmodernistas la tendencia es la dramatización del fin. Ni resistencia ni resignación, sino experiencia de la autenticidad del hombre justamente en el momento de su aniquilación.

EL MÉTODO ARQUEOLÓGICO. ( M. FOUCAULT)

La Interpretación.-

Para M. Foucault: si la interpretación no se puede acabar jamás, esto quiere decir simplemente que no hay nada que interpretar. No hay nada absolutamente primario para interpretar, porque en el fondo ya todo es interpretación, cada signo es en sí mismo no la cosa que se ofrece a la interpretación, sino la interpretación de otros signos. ( Foucault: Marx, Nietzsche y Freud ).

EL ARCHIVO.-

El archivo como el tránsito que recorre la interpretación de los enunciados. Es el sistema general de la formación y de la transformación de los enunciados. De esta forma el archivo está íntimamente emparentado con el método arqueológico, forma el horizonte general al cual pertenecen la descripción de las formaciones discursivas, el análisis de las positividades, la fijación del campo enunciativo. Este término (la arqueología) no incita a la búsqueda de ningún comienzo; no emparenta el análisis con ninguna excavación o sondeo geológico. Designa el tema general de una descripción que interroga lo ya dicho al nivel de su existencia: de la función enunciativa que se ejerce en él, de la formación discursiva a que pertenece, del sistema general de archivo de que depende. La arqueología describe los discursos como prácticas especificadas en el elemento del archivo.( Foucault, Michel ( 1979) La arqueología del saber. S. XXI).

En consecuencia, la aplicabilidad de este método arqueológico es vital a todo campo discursivo de lo social y cultural. Al espacio narrativo que instaura la obra literaria, al campo sociológico o las novedosas relaciones en público, a los acontecimientos políticos, a la ecología y el ambientalismo, sobre todo a la condición humana, demasiado humana, al arte, a la música.

EL PANÓPTICO.-

De esta forma, las nociones políticas aplicadas en estos momentos distan mucho de favorecer el deseo colectivo. De interpretar realmente el deseo de las masas. Prácticas desprovistas de aplicabilidad real dan como notoriedad un enriquecimiento de la falsa conciencia de un sujeto que en un proceso revolucionario se ha convertido en el ser más lejano de las pasiones de las mayorías.
Vigilancia, intervención, investigación y sometimiento, aparato disciplinario de control, maquinaria sin mecánico, seres dóciles y condicionados, coerción, acatamiento, imposibilidad de escapar para edificar pensamiento crítico, ya no se contenta con tomar el pulso, sino que mide la temperatura, luego la tensión; acondicionamiento en las maneras de pensar como obediencia servil. Autoridad. Ser gobernado, es ser vigilado, espiado, dirigido, legislado, reglamentado, encerrado, adoctrinado, predicado, censurado, mandado por unos seres que no poseen ni el título, ni la ciencia, ni la virtud. Ser gobernado en estos momentos, es ser, a cada operación, a cada transacción, a cada movimiento, anotado, registrado, empadronado, tarifado, sellado, medido, acotado, cotizado, patentado, amonestado, impedido, reformado, enderezado, corregido. Es, bajo pretexto de la utilidad pública, y en nombre del interés general, ser puesto a contribución, ejercido, despojado, explotado, monopolizado, depredado, exprimido, engañado, robado; luego, a la menor resistencia, a la primera palabra de protesta, reprimido, multado, vilipendiado, vejado, perseguido, regañado, molido a golpes, desarmado, agarrotado, aprisionado, fusilado, ametrallado, juzgado, condenado, deportado, sacrificado, vendido, traicionado, y para colmo, burlado, ultrajado, deshonrado. Eso es el gobierno, eso es justicia, eso es su moral.
Vivimos hoy un archipiélago carcelario, un gran panóptico social. El orden es un medio para hacer trabajar, y el trabajo es un medio para hacer reinar el orden. La organización controlada, programada, progresiva aplicable a diferentes terrenos, confiere a estas actividades su eficacia, según los casos, militar, industrial, pedagógico, médico. El orden transforma técnica y mentalmente el individuo en un sistema panóptico.
La idea, en consecuencia, es restituir el movimiento en dicho debate, volviendo a dar equitativamente la palabra a varias voces allí donde no hablaba sino una voz asfixiante.
No es cuestión de abandonar sistemáticamente toda unidad, sino de cuestionar la quietud con la que se acepta.
Podemos desarrollar una verdadera Teoría Crítica siempre y cuando haya una auténtica unidad revolucionaria.
El Congreso Cultural Cabimas 2008 es el encuentro

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