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Por: Parvus Bronstein, Rebelión
Carta abierta al Secretariado de las FARC, 19-08-2017
Comandantes Timoleón
Jiménez, Iván Márquez, Pablo Catatumbo, Pastor Alape, Joaquín Gómez, Mauricio
Jaramillo, Bertulfo Álvarez, Carlos Antonio Lozada y Ricardo Téllez. Y a Jesús
Santrich y Gabriel Ángel.
Quién y
por qué
Quien les escribe fue
militante urbano del PCCC de las FARC durante 13 años. Casi todo ese período
desarrollé mi trabajo clandestino en un centro urbano del suroccidente del
país. Me retiré individualmente (ver nota 1) justo al momento de enterarme
-tras un período de negacionismo e incredulidad- que sí iba en serio la entrega
de las armas del pueblo a la burguesía {por intermedio de la ONU} para su
destrucción (ver nota 2). No soy disidente, soy un comunista convencido, que
espera que otros comunistas inconformes rompan con el silencio como hoy lo
estoy haciendo yo, ese silencio que es demasiado parecido a la estupidez,
porque como decía Jaime Pardo Leal hay momentos en que callar es mentir. Yo al
menos no quiero mentir, mentirme a mí mismo ni mentirle al país (ver nota 3).
Yo ya no podré romper
con el silencio “dando la cara” en el próximo Congreso, pues supongo que por mi
decisión de apartarme de lo que considero una aventura electoral a mí se me
considera paradójicamente poco menos que traidor, o un “cobarde desertor”, y
por lo tanto no podré asistir. Es por eso que les escribo esta carta, de cara a
toda la izquierda y de paso a todo el mundo porque ese es el precio de la
legalidad a la que hoy ustedes se avocan. Les escribo más en concreto por dos
razones.
La primera es que
quisiera que por fin reconozcan {para ustedes mismos y la militancia, no
pretendo que lo hagan públicamente porque ese no es su estilo} que en las FARC
hay desacuerdos importantes, pero también que comprendan que no todos los
desacuerdos son disensos políticos o ideológicos, que no todos los disensos son
disidencias, que no todos los disidentes son adversarios {o simples narcos como
se insinúa con cinismo del frente 1º, que como se sabe fue la primera pero no
la única disidencia colectiva} y por último que no todos los adversarios tienen
que ser enemigos.
Sería muy importante
dicho reconocimiento para permitir las francas y abiertas discusiones que se
deben dar en el Congreso. También es importante porque el ambiente organizativo
interno en la actualidad por lo que aún percibo es de temor a expresar una
crítica, de temor a ser señalado de disidente, entendido esto automáticamente
como sinónimo de enemigo. Y aunque lo que más existe entre la militancia
urbana, y creo que no solo la urbana, son dudas {que es importante aclararles}
también existen algunas certezas contrapuestas, algunas inconformidades y por
supuesto algunas críticas. De la capacidad para expresarlas, recibirlas,
asumirlas, tomarlas en serio y gestionarlas dependerá en buena medida el éxito
del nuevo proyecto político que surja del Congreso.
La segunda es para
expresar algunas de esas dudas y también algunas de esas inconformidades y
críticas. Advierto que la tradición política en la que me formé me empuja a
ejercer en estas líneas, y sin pedir permiso, la libertad de expresión como la
entendemos los comunistas, como libertad de discusión y crítica, bajo la idea
de que hay que decir y decirnos las verdades aunque duelan. Lo hago para
dejarlas en el ambiente previo al Congreso, para que desencadenen cosas que
estoy seguro de que no pueden ser más que positivas para el proceso
revolucionario y para la nueva organización que deberá surgir de entre las
cenizas de las FARC.
Aunque en esta carta
me exprese con dureza y a veces con rabia {pero nunca con rencor} mis deseos y
mi esperanza siguen puestos en que a quienes hoy conforman esta organización
les depare un porvenir bienaventurado en política. Después de todo, en un
sentido revolucionario siento que somos “de los mismos” aunque no seamos
iguales, y por ende mis simpatías siguen con muchos de ustedes.
Sobre
las armas: mi hipótesis
¿Por qué las FARC
entregaron las armas? (ver nota 4). Es la primera pregunta que cualquier
colombiano o colombiana debió haberse hecho y les aseguro que la militancia no
fue la excepción. Podría suponerse obvia la respuesta sobre todo para la
militancia, algo así como “ya sabíamos que esto iba a pasar en algún momento”,
pero al menos para una parte -considerable- de nosotros no fue así. En la
concepción y plan estratégico de las FARC tal y como nos lo enseñaron y como lo
pudimos leer en algunos documentos, nunca estuvo entregar las armas a cambio de
participación política, como si éstas fueran moneda de cambio.
Por eso las
negociaciones siempre se llevaron a cabo bajo una concepción de “diplomacia de
guerreros”, o sea sacar ventajas militares en el escenario político, hablar de
paz mientras se preparaba la guerra, igual a como lo hacía y lo sigue haciendo
aún hoy la burguesía.
Esa actitud no era
para nada cínica, era la más recomendable para revolucionarios que “dialogan”
con lo más tramposo, despreciable y mezquino que ha engendrado la humanidad,
que es la burguesía. Era la mejor actitud de revolucionarios que saben que “en
una revolución se triunfa o se muere si es verdadera” como dijo el Ché, que
saben que en ella no se transa como si fuera un negocio, sobre todo porque se
tiene claro que el enemigo también quiere solamente la victoria y se la juega
toda a ella.
En una guerra no hay
fórmula “gana-gana”, siempre hay derrotados aunque esto no quiere decir que
siempre hay exterminio o humillación. Cuando algunos “conflictólogos”
recientemente hablan de “empates” o “equilibrios” en los conflictos armados
esto se trata simplemente de lo que en ajedrez se llama tablas, que un bando
acorrala al otro sin salida y sin posibilidad de moverse pero es incapaz de
exterminarlo. Le toca entonces en la vida real negociar la rendición del
enemigo con más o menos condiciones según lo permita el nivel de
acorralamiento. A esto se le llama victoria estratégica y suele verse expresada
en “mesas de diálogos” que llegan a “feliz término” porque una de las partes no
se siente capaz de pararse de la mesa a seguir combatiendo.
Estas rendiciones con
condiciones se dan siempre en un momento en el que los ganadores tienen afán de
victoria por múltiples razones y ante todo presiones y quienes se rinden,
habiendo perdido en el plano estratégico saben que lo que sigue no puede ser
más que inútil desangramiento con una baja probabilidad de recuperación en el
largo plazo y que a lo que más probablemente los puede conducir es a perder la
mucha o poca capacidad que aún conservan de poner condiciones para la
rendición. Esto las FARC lo ha sabido siempre y por ello diseñó planes
tremendamente realistas. En este sentido la llamada “solución política al
conflicto” que estuvo siempre presente en el discurso de Manuel, Jacobo y
Alfonso no significaba más que la pretensión de hacer rendir al Estado con
condiciones en una mesa de diálogos {porque no era posible ni deseable
exterminar las FFAA regulares} para terminar de ese la confrontación militar
directa.
El plan estratégico
de las FARC consistía en lograr dicha rendición del Estado colombiano en un
momento en el que se conjugara una neutralización militar de fuerzas {esto
implicaba la dispersión de la fuerza enemiga por todo el territorio y
despliegue del 50% de las propias en la cordillera oriental, este fue el
esquema original posiblemente modificado en la 9ª conferencia tras los golpes
inocultables del plan patriota y sucesores} con una insurrección popular urbana
concretamente en Bogotá pero con “réplicas” en otras ciudades, dirigida por el
PCCC, apoyada por las milicias y las redes urbanas y cohesionada políticamente
por un masivo movimiento bolivariano o MBNC quien idealmente sería el llamado a
desempeñar el papel de portavoz de los insurrectos con los 10 puntos para un
gobierno de reconstrucción y reconciliación nacional” en la mano {puntos que
que en la 9a se ampliaron}. Y ni aún entonces se consideraba la posibilidad de
entregar las armas, como máximo de suspender su uso.
También nos enseñaron
{aunque esto no pudimos conocer documentos específicos por motivos de
seguridad, según nos dijeron} que en la 9a conferencia se había replanteado, o
mejor que se le había dado desarrollo al plan estratégico en su aspecto
político, definiendo unos momentos en un proceso ascendente de medición de
fuerzas urbanas con 2019 como el momento culminante idealmente insurreccional.
Cuando nos enteramos
de esto pensamos en primer lugar que era pretensioso pretender dictarle una
ruta cronológica a un levantamiento insurreccional. Pero como pasos en un
proceso de preparación organizativa para un levantamiento podía funcionar. Lo
segundo que percibimos fue un evidente paralelo que nos agradó y pareció
acertado con la planificación estratégica de Hugo Chávez en Venezuela, el
llamado Plan Nacional de la Patria que en su primera versión conducida por el
propio Chávez llegaba hasta 2013 y cuya segunda versión que fue su invaluable
legado político confiado a Nicolás Maduro iba también hasta 2019. ¡Qué bella
iba a ser América Latina para 2020, según esos planes! (ver nota 5)
Así entendida la
estrategia en lo militar y en lo político (ver nota 6) debe ser claro el hecho
de que ésta no se logró concretar con éxito ni en lo militar ni en lo político.
En lo militar, porque lo militar ya no existe y eso habla por sí solo. Y en lo
político porque hasta ahora no ha habido tal medición de fuerzas como la
imaginábamos, ha parecido más bien que la bandera de la solución política
negociada, que burdamente ha sido llamada “paz”, se ha tragado el trabajo
organizativo y de movilización popular y que, a dos años del “plazo final” de
2019, todo parece indicar que lo electoral con sus campañas sucesivas y sin fin
se va a tragar, nuevamente, el trabajo político que debía tener vocación
insurreccional. Si alguien piensa que el capital político y la militancia de
una sola organización alcanzan para perseguir de manera realista ambas
ambiciones, está popularmente hablando “miando fuera del tiesto”.
Creo que hasta aquí
he nombrado algunos elementos importantes para intentar responder a la pregunta
de por qué las FARC entregaron las armas. La respuesta más verosímil y
plausible sería pues que las entregaron porque no tuvieron otra opción viable o
al menos porque fue la mejor opción que tenían en un contexto de reveses
irreparables en lo militar que comprometieron de fondo la estrategia. Esto se
llama derrota estratégica aunque duela decirlo y escucharlo. Los diálogos de la
Habana fueron una rendición con condiciones.
Evidencia de eso es
el hecho de que se negociara tras el asesinato de Alfonso Cano. Si mal no
recuerdo Timoleón dijo en una entrevista que estas habían sido las palabras de
Alfonso: “Santos quiere poner mi cadáver aún tibio sobre la mesa”. Otra
evidencia fue que en el acuerdo no se tocara ni un pelo del modelo económico,
ni tan siquiera de los tratados ni de la política económica, ni de la doctrina
militar contrainsurgente del Estado, y que la promesa de reforma rural fuera
tan pobre (ver nota 7).
Otra evidencia fue
que se continuara el proceso después de que tras el NO que le dieron a Santos
en el plebiscito la burguesía a una sola voz exigiera la renegociación. Otra
prueba fue que efectivamente se renegociaran cosas muy sensibles para
beneplácito del uribismo y el cristianismo recalcitrante, esto sí fue una
verdadera humillación que un ejército que no estuviera derrotado jamás la
habría aceptado.
Una evidencia más es
que haya habido concentración y desarme total cuando aún no se hace nada por
desmontar el paramilitarismo, cuando aún todo el acuerdo renegociado sigue en
manos de un congreso {un congreso con voceros sin voto o convidados de piedra
por parte de las FARC} que va a manosear punto por punto antes de aprobarlo. Y
eso sin hablar de las bajas probabilidades de implementación plena de esos
puntos, primero renegociados y después manoseados, bajas probabilidades ante la
eventualidad de que el próximo presidente de Colombia sea Vargas Lleras u
Ordóñez (ver nota 8).
No se me tome por
pesimista, reitero que mis deseos son de bienaventuranza política para las
FARC, y hasta electoral aunque soy abstencionista. Pero para ganar en política
primero hay que conocer el terreno que se pisa y sobre todo saberse ver al
espejo tal cual se es y saber ver al enemigo tal cual es.
Preguntas
Pero como dije, en el
centro deben estar las preguntas más que las hipótesis. La primera de esas
preguntas sigue siendo ¿por qué entregaron las armas? (ver nota 9). Pero hay
otras preguntas, quizá más pertinentes, más vigentes, más acuciantes y de las
cuales urge una respuesta.
Al haber entregado
las armas, ustedes ¿consideran caduca la táctica de guerra de guerrillas frente
a la actual tecnología militar burguesa?, ¿o lo caduco es la estrategia
insurreccional apoyada por un ejército irregular de base campesina?, ¿ha
perdido vigencia el planteamiento de la toma del poder por la vía de las armas
en manos del pueblo levantado? Estas preguntas son importantes porque
permitirían un juicio más sensato por parte de otras organizaciones insurgentes
que aún no han entregado y que probablemente no lo van a hacer en el corto
plazo.
Si las respuestas
fueran afirmativas {en cuyo caso serían necesarios argumentos sólidos que lo
evidenciaran}, sería un grave error no advertirles a los demás compañeros que
siguen alzados en armas. Si se tienen estos elementos de juicio deberían ser
compartidos con ellos, y de paso con muchos militantes de las FARC, como el
propio Jesús Santrich que hace poco en una entrevista dijo valientemente que
sigue pensando, como muchos lo pensamos, que está vigente y abierta la puerta
de la lucha armada en Colombia, que si no les cumplen a ustedes habrá que
volver a levantar los fusiles.
Y si son afirmativas
las respuestas a esas preguntas, ¿cuál es la estrategia revolucionaria que
proponen y que no requeriría el uso de las armas? Esta tiene la misma
importancia que las anteriores. Para muchos de nosotros viene siendo más que
claro a la luz de las experiencias históricas, que si en una revolución no hay
músculo militar que la respalde, proveniente ya sea de la fragmentación del
ejército regular, de la conformación de un ejército insurgente o de una milicia
popular, no hay continuidad posible de cualquier victoria político electoral
pasajera. No hay construcción posible de Socialismo (ver nota 10). Por eso las
FARC en su origen eran el brazo armado de los comunistas colombianos para la
revolución. Pero es posible que estemos equivocados quienes así pensamos, es
posible que ustedes hayan hecho otros análisis u otros descubrimientos basados
en otras experiencias. Es lo que deberían aclarar, por lo menos a su militancia
y a otras fuerzas de la izquierda revolucionaria.
Finalmente,
¿consideran viable el triunfo de una estrategia política revolucionaria que no
cuente con la participación concertada de las fuerzas bolivarianas de las
cuales ustedes pretenden la hegemonía, con las fuerzas camilistas, las fuerzas
guevaristas y las fuerzas M-L, entre otras? Esta pregunta no es retórica. Hasta
ahora parece que ustedes estuvieran asumiendo una de dos cosas, o bien que el
ELN también va a entregar armas y que una parte mayoritaria del camilismo se va
a sumar al Bloque que ustedes proponen, y que por lo tanto la parte minoritaria
del ELN y los M-L no importan. O bien que no importa ni siquiera lo que suceda
con el ELN y en ese sentido que la “unidad de los comunistas” –PCC y FARC- por
sí sola puede con todo (ver nota 11).
En ese sentido, más
valdría aprender de la experiencia histórica. La burguesía colombiana siempre
ha procurado dividir para vencer y derrotar a las fuerzas insurgentes y por lo
tanto nunca ha aceptado la integración de todas ellas a la política legal. Esto
fue muy claro para las FARC en 1990, cuando en medio del proceso de
desmovilización del M19, el Quintín Lame y disidencias del ELN y el EPL, y la
convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que las FARC habían venido
pidiendo desde finales de los 80, se produce el ataque a “Casa Verde”, al
campamento del secretariado de las FARC, fuerza mayoritaria de la CGSB.
El 12 de agosto del
año siguiente (1991) Manuel Marulanda decía “Hubiéramos podido estar en la ANC
si [el señor presidente] no nos hubiera cerrado el paso con el ataque del 9 de
diciembre”. Y el propio Alfonso Cano, quien se encontraba liderando los
diálogos con la Coordinadora, decía el 4 de septiembre “Hubiésemos querido
argumentar y luchar en el seno de la ANC pero las circunstancias que el país
conoce, frustraron la posibilidad histórica de convertir sus conclusiones en un
tratado de paz”. Para muchos en el país ha sido claro que el M19 y el EPL
haciendo política legal cumplían el papel de deslegitimar con su discurso
pacifista a los que se mantuvieron armados, a la vez que estos grupos sin el
apoyo de las otras fuerzas de la Coordinadora Guerrillera no podían lograr gran
cosa en política electoral. Efectivamente en 1992 pierden la personería jurídica
12 movimientos políticos, incluido Esperanza Paz y Libertad, el PCC y el MOIR.
Y los logros revolucionarios del M19 han sido muy pocos, algunos piensan que
nulos.
Estas experiencias
deben revisarse, repasarse y analizarse para evitar que en esta coyuntura se
vaya a jugar algo parecido, tener a las FARC desarmadas para deslegitimar al
ELN y al EPL, y a éstos aún armados para aislar fácilmente a las FARC en la
política electoral parlamentaria.
Para clarificar todas
estas posturas y cuestiones, no bastaría con declaraciones públicas
coyunturalistas, por eso se hace urgente la tarea, que el Congreso debe exigir
y delegar, de construir una historia interna de las FARC, donde puedan
revelarse las diferentes posiciones sobre todos estos asuntos que se han disputado
en los distintos momentos históricos de la organización y cuáles han sido sus
portavoces, donde se puedan identificar los diferentes planteamientos y líneas,
donde la militancia pueda encontrar referentes reales detrás de la apariencia
de consenso y unidad.
Es la hora de superar
el secretismo y la imagen artificial de consenso que solamente sirven en
tiempos de guerra para mantener disciplina y cohesión. En tiempos de lucha
democrática, que no se debe confundir con paz, solamente podrán servir para
cimentar una bancarrota política sin precedentes en la historia reciente del
país. Asumir el reto de construir esa Historia interna sería lo más honesto de
cara a la militancia en vísperas del Congreso constitutivo del partido. Son
ustedes como Secretariado, que han participado de las Conferencias y Plenos,
los primeros llamados a asumirlo.
Si eso no sucede, y
mientras eso no suceda, solamente puedo convocar a los comunistas que hay
dentro de las FARC a que participen del partido de masas o electoral que surja
de las FARC asumiéndolo como frente de masas organizado; pero que por aparte
que entablemos un diálogo amplio, gestionado en la clandestinidad pero público
en sus argumentos y conclusiones, con todos los cuadros revolucionarios del
país {del PCC, PCC-ML y EPL, PCC-M, GCR, ELN, CMR, MRP, entre otros} que ayude
a clarificar e interpretar de forma acertada y crítica la derrota estratégica
de las FARC y de otras insurgencias históricas como el M19 y el Quintín Lame, y
que permita cimentar las bases de una nueva organización revolucionaria de
cuadros basada en una nueva estrategia con posibilidades reales de éxito a la
luz de las experiencias históricas. En ese diálogo se podría encontrar la ruta
hacia la victoria revolucionaria.
Quisiera terminar con una frase de Vladimir Lenin, que sirve para la reflexión:
Quisiera terminar con una frase de Vladimir Lenin, que sirve para la reflexión:
“La actitud de un
partido político ante sus errores es una de las pruebas más importantes y más
fieles de la seriedad de ese partido y del cumplimiento efectivo de sus deberes
hacia su clase y hacia las masas trabajadoras. Reconocer abiertamente los
errores, poner al descubierto sus causas, analizar la situación que los ha
engendrado y examinar atentamente los medios de corregirlos: esto es lo que
caracteriza a un partido serio.” V.I.Lenin. Izquierdismo.
Esperando lean estas
líneas con atención y consideren algunos de sus argumentos para el Congreso, se
despide con los mejores deseos.
PD: tengo mucho que decir sobre las propuestas consignadas
en las “tesis de abril”. Particularmente sobre el carácter del partido que se
pretende construir {de masas, de cuadros o electoral}, ya que hay muchas
imprecisiones y contradicciones, pero también sobre la historia de las FARC y
el papel tan importante que ha jugado en ella la división campo-ciudad, la preeminencia
del campo sobre la ciudad y la inminente inversión de la fórmula en el futuro
inmediato y sus consecuencias. Y sobre otros puntos cardinales que allí se
proponen. Sin embargo tendrá que ser en un próximo escrito, porque este ya fue
demasiado largo, el cual tendré la decencia de no dirigírselos a ustedes
personalmente, porque que en él no plantearé preguntas sino solamente opiniones
argumentadas.
Notas
1 De manera
dialogada, sin quedar debiendo nada, sin resentimientos y con el compromiso
vigente del cuidado de la seguridad de quienes allí conocí; toda esta
aclaración es importante para ustedes y lo sé. Pero evidentemente no puedo ni
quiero demostrar que quien escribe efectivamente es quien dice ser. También
podría tratarse de un agente de la CIA o del nuevo DAS o algo por el estilo. Lo
que quiero decir es que no es importante si se cree en mi presentación o no, lo
importante es que se escuchen y ojalá debatan o incluso refuten mis argumentos,
tanto en la izquierda como en la Organización misma de cara al Congreso. Porque
eludir un debate serio mediante el desconocimiento de las “calidades” del
interlocutor sería por lo menos triste.
2 Varias veces
escuché de boca de comandantes guerrilleros que el fusil no era propiedad del
guerrillero ni propiedad de las FARC sino que era del pueblo y como tal había
que cuidarlo y por lo tanto nunca se podía entregar porque al hacerlo se
cometía un delito contra el pueblo, delito que podía ser castigado hasta con
fusilamiento. No creo que sea diferente cuando se entregan más de siete mil. El
hecho de que quien decide entregarlas es el Estado Mayor encabezado por el
Secretariado no resulta suficiente justificación porque ustedes tampoco eran
dueños de esas armas.
3 Lo del silencio
lo digo por esto, el M19 antes de entregar armas hizo un plebiscito interno
para saber si la militancia estaba de acuerdo. En el caso de las FARC el
plebiscito implícito se basó en la máxima “el que calla otorga” asumiéndo que
si alguien está en desacuerdo simplemente debe irse como disidente y traidor y
el que se quiera quedar debe callar y otorgar. Por eso la X conferencia se ideó
como consumación de una decisión previamente tomada y que ya no tenía reversa,
por eso los ahora llamados “disidentes” no esperaron para participar en ella y
los que lo hicieron se enfrentaron a un consenso dictado. El silencio se
convierte en mentira cuando algunos que están callados en realidad no están de
acuerdo y me consta que los hay. Ese plebiscito implícito puede ser muy eficaz
porque deja intacta la apariencia de consenso que en realidad es férrea unidad
militar establecida por línea de mando, pero como método para la toma de
decisiones que afectan a toda la militancia de una organización política {que
deja de ser militar} deja mucho que desear.
4 Resulta casi
ridículo negar que hubo entrega de armas. Algunos todavía dicen que
upuestamente habría habido “dejación” de armas lo cual supuestamente no es un
eufemismo. En las negociaciones de los conflictos en el mundo no siempre hubo
entrega física, y el mismo Jacobo Arenas llegó a hablar en los 80 de la
posibilidad de una eventual suspensión del uso de las armas. Pero en este caso
que nos concierne se entregaron físicamente a la ONU para su destrucción. Eel
hecho de que ustedes no permitieran poner ninguna fotografía en la prensa no
quiere decir que no pasó, pues Alfredo Molano tuvo el coraje de dejarnos una
fotografía en prosa de tan triste evento, llamada “La dejación de armas no es
una fiesta” y publicada en internet, prosa que no deja interpretaciones
posibles.
Hay que reconocer
que la palabra “dejación” jugó un papel importante en las primeras etapas del
proceso de negociación, cuando lo estaba conduciendo el comandante Iván
Márquez. En ese momento “dejación” significaba que no habría entrega física de
las armas, que simplemente se dejarían de usar. Luego todo cambió, quiero
pensar que no fue solamente una maniobra tipo “hacernos los difíciles” para
obtener más en la negociación, pero sea como sea “dejación” pasó a ser un
simple refinamiento terminológico para referirse a la entrega.
Otra cosa sería si
dijeran que “dejación” se refiere a la actitud y decisión definitiva de dejar
de usar armas para hacer política, frase que han repetido muchas veces, sobre
todo Timoleón y que de ser verdad sería preocupante puesto que las armas han
sido son y serán un instrumento inseparable de la política en el capitalismo,
instrumento al cual la burguesía nunca ha renunciado y nunca renunciará. Que
algunos comunistas colombianos renunciaran a la combinación de las formas de
lucha fue triste a principios de los 90 y sería triste y paradójico que hoy lo
hicieran quienes en ese entonces fueron los férreos contradictores de esa decisión
del PCC.
5 Plan ignorado
luego por Maduro, convertido en letra muerta y utilizado como simple propaganda
electoral, en mi humilde opinión. Esta opinión decido expresarla aunque con
ella sigo alimentando el estigma de disidente y hasta traidor. Pero algo debe
quedar claro, es indispensable, es verdaderamente indispensable, que en el
Congreso fundacional del Partido se analice críticamente el proceso
revolucionario en la hermana República Bolivariana de Venezuela incluso bajo
Chávez que no era perfecto. No se puede aprender de una experiencia mediante
una venia irreflexiva y sólo emotiva que prefiere pensar desde la perspectiva
de un gobierno que no siguió los lineamientos legados por Chávez, gobierno en
franca crisis no exclusivamente producida por la guerra híbrida de la CIA y que
se resiste a caer, en vez de considerar como prioridad el punto de vista del
Bloque Popular venezolano, o sea la fracción organizada y combativa del
“pueblo” que aún, pese a derrotas, frustraciones y desilusiones, sigue siendo
Chavista y Bolivariano.
La izquierda
venezolana está fragmentada y dividida en este momento. No todos apoyan al
círculo de Maduro y Diosdado Cabello. La Constituyente tuvo mucho de maniobra
política coyuntural y pudiendo haber sido la oportunidad para un amplio foro de
discusión entre toda la izquierda sobre el rumbo a seguir lo que hizo fue
excluir a sectores importantes del Bloque Popular y de la misma izquierda. Y es
increíble que el Estado Mayor de las FARC en vez de considerar las distintas posturas
en discusión, en sus tesis automáticamente apoyen al grupo que está en
“posiciones de gobierno” y simplemente por el hecho de estarlo.
Lamentablemente, las amenazas recientes de Trump y la CIA van a empañar
nuevamente estas verdades, poniendo a Maduro en posición creíble de defensor de
la patria, justo la posición que ha querido ocupar, su último asidero político.
6 Es evidente que
no soy la “autoridad competente” que pueda definir esos planes con precisión
porque no estuve en las conferencias 8a y 9a, pero puesto que dichas
autoridades nunca lo harán, por “razones de seguridad” que ahora no tienen
ningún sentido, yo hablo desde lo que conocí y comprendí como militante que
tuvo siempre la preocupación de indagar e ir más allá de las simples “declaraciones
políticas” que nada dicen. Así que debe ser una base respetable aunque no sea
precisa, respetable porque de hecho fue la concepción que teníamos en la cabeza
muchos y que nunca nadie nos la desmintió y eso debe importar.
7 En la agenda de
diálogos de 1991 entre el Estado y la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar
desarrollados en Caracas y liderados por parte de la insurgencia por Alfonso
Cano pueden leerse temas como estos: “(…) 3. Concepciones sobre la denominada
doctrina de la seguridad nacional. (...) 6. Elementos para desarrollar la
Soberanía nacional, tales como el manejo de los recursos naturales y aspectos
de los tratados internacionales relativos a los temas de este proceso y la
política económica exterior. (...) 7. Elementos para la democratización de la
política económica y social. (...) 8. Acuerdos y medidas que materialicen la
superación definitiva del conflicto armado y garanticen el ejercicio de la
actividad política sin el recurso de las armas, dentro del marco de la vida
civil y democrática del país, una vez satisfechos los requisitos necesarios
para este propósito”. Gran contraste con los actuales acuerdos. Es sabido que
en aquel entonces al no lograrse acuerdos en estos puntos, por las razones que
hayan sido, la confrontación siguió porque ninguna de las dos partes estaba ni
se sentía derrotada.
8 Esta eventualidad
las mismas FARC saben que es muy probable pues el “fenómeno Trump” implica y
exige la derechización de los gobiernos latinoamericanos tal como efectivamente
se viene dando. Siempre ha habido una correspondencia entre el gobierno gringo
y sus gobiernos “aliados”, y se sabe que ya pasó el período de la zanahoria que
eran Obama y Santos, sigue el del garrote con Trump y en colombia probablemente
el neouribismo. No se debe pensar el futuro político con el deseo.
9 En las llamadas
“tesis de abril” (las tesis para el congreso), encuentro una posible respuesta.
La tesis número trece dice así: “La sola firma de los Acuerdos de La Habana
representa [una] contribución al propósito de hacer de la Región una ‘zona de
paz’ en los términos propuestos por la CELAC, limitando de esa manera el campo
de la intervención militar directa del imperialismo. Por otra parte, si los
acuerdos se logran implementar en los términos previstos y se avanza en la
consolidación de una perspectiva democrática, derrotando las fuerzas de la
ultraderecha en Colombia, se habrá aportado también a una correlación política
y social de fuerzas favorable al cambio político en el conjunto de la región”.
Parece como si la
entrega de armas hubiera sido motivada por el propósito (propuesto por la
CELAC) de reducir las posibilidades de intervención militar de Estados Unidos
en Venezuela. Esto es como entregar las armas a la burguesía nacional para no
hacer enojar a la burguesía trasnacional. Y lo peor es que todo indica que
podrían estar propiciando todo lo contrario, la intervención militar, porque
las FARC habían sido el más serio desafío en Colombia para la movilización de
las siete bases estadounidenses. Y aparte, parece que el propósito político en
el país no fuera derrotar a la burguesía, sino a la fracción burguesa de
“ultraderecha”, propósito que es compartido por Santos, traidor de la
ultraderecha que ahora se pinta de “centro”.
10 El ejemplo más
elocuente sigue siendo la Chile de Allende. Sin el respaldo de un ejército se
cae cualquier revolución. La comparación que algunos hacen de la Venezuela
actual con el caso chileno es superficial. Chávez no podía haber triunfado en
elecciones sin el apoyo de toda una tradición política “cívico-militar”
venezolana que lo convirtió en héroe tras el intento de golpe del 92 y su larga
estadía en prisión. Sin hablar de que hubiera sido imposible su retorno a la
presidencia en 2002 sin el respaldo armado que literalmente lo rescatara e
hiciera retroceder un golpe militar que se daba por consumado. Ni Maduro
hubiera podido resistir, como lo ha hecho, cuatro años de guerra híbrida sin el
pleno uso y abuso de la Guardia Nacional Bolivariana {Y a la luz de las
recientes amenazas de Trump y la CIA, es claro que no podrán aplicar en
Venezuela la fácil fórmula de magnicidio y golpe militar, tendrán que pasar por
encima del grueso de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, las milicias y además de
la resistencia armada colombiana que aún se mantiene en pie y que no dudará en
defender a la hermana república en peligro}. El punto es que muchos estamos
seguros de que una revolución sin tiros sólo podría verse en el cine de
Holliwood.
11 Por una parte,
en las “tesis de abril”, tesis 6, dicen que [el imperialismo] “ha tratado de
preservarse recurriendo a guerras localizadas (incluida la que tuvimos que
enfrentar en nuestro país)”, dando a entender que ya no hay guerra y, por lo
tanto, desconociendo a los aún alzados ELN, EPL y al recientemente constituido
MRP, sin mencionar las propias disidencias de las FARC. Por su parte, en la
tesis 19 dice: “la concreción de un acuerdo [del Estado con el ELN], con
independencia del momento en el que se puede producir, cualificaría las
posibilidades de democratización política, económica y social del país,
brindándole a ellas mejores condiciones”. Aquí se habla, no de urgencia y
necesidad sino al contrario de que no importa cuándo se dé el acuerdo y de que
su importancia sería simplemente “cualificar” un proceso que asumen de todas
formas exitoso. Pero también expresan vanidad y arrogancia en la frase
“brindándole a ellas mejores condiciones”. Finalmente, en la tesis 21 se dice
que “la superación definitiva de tales estructuras [paramilitares] constituye
una condición indispensable del proceso de implementación. En desarrollo de ese
propósito, se precisa insistir en un acuerdo político nacional en el que se
exprese el compromiso de todas las fuerzas políticas y sociales de dejar atrás
todo vínculo de armas y política”.
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