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(O que estamos comiendo los venezolanos)
DEDICADO A EL” ILUSTRE ELIAS JAUA POR SU BRILLANTE DESEMPEÑO AL FRENTE DE LA AGRICULTURA Y SU ELEVACION A VICEPRESIDENTE.
Han transcurrido 10 desde que se aprobó la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela (C.R.B.V), en ella sus autores y el gobierno actual plasmaron el supuesto “...Programa de transformación de la sociedad venezolana”. Igualmente en dicha constitución junto con las leyes posteriores se delinearon las orientaciones fundamentales para las transformaciones relativas al campo venezolano.
CUALES ERAN LAS METAS Y OBJETIVOS PROPUESTOS EN LA CRBV EN RELACIÓN AL CAMPO VENEZOLANO.
Se declaro como materia de competencia del PODER PUBLICO NACIONAL (PPN), trazar los lineamientos en materia de “Las políticas nacionales para la producción agrícola, ganadera, pesquera y forestal”. En cumplimiento de esas atribuciones se estableció que “El Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral a fin de garantizar la seguridad alimentaria de la población”, (Ídem) definiendo como seguridad alimentaria de la población “la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a éstos por parte del público consumidor”. (Artículo, 305).Este fin se alcanzara, desarrollando y privilegiando la producción agropecuaria interna; definida como “la proveniente de las actividades agrícola, pecuaria, pesquera y acuícola”. (Ídem). Asimismo, se deja sentado que la producción de alimentos “es de interés nacional y fundamental para el desarrollo económico y social de la Nación”. (Ídem).
Se declaro como materia de competencia del PODER PUBLICO NACIONAL (PPN), trazar los lineamientos en materia de “Las políticas nacionales para la producción agrícola, ganadera, pesquera y forestal”. En cumplimiento de esas atribuciones se estableció que “El Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral a fin de garantizar la seguridad alimentaria de la población”, (Ídem) definiendo como seguridad alimentaria de la población “la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a éstos por parte del público consumidor”. (Artículo, 305).Este fin se alcanzara, desarrollando y privilegiando la producción agropecuaria interna; definida como “la proveniente de las actividades agrícola, pecuaria, pesquera y acuícola”. (Ídem). Asimismo, se deja sentado que la producción de alimentos “es de interés nacional y fundamental para el desarrollo económico y social de la Nación”. (Ídem).
Sin embargo, en ninguna parte del texto constitucional, se insinúa, se infiere o se establece que el Estado promoverá, estimulara o facilitara la importación de alimento o el financiamiento de producción agrícola fuera del país.
Bien, han transcurrido más de 10 años de promulgada la CRBV, y más de 8 de la promulgación de la ley de tierra y desarrollo agrícola. Veamos que ha pasado con nuestra producción agrícola y su relación con las importaciones alimenticias. Examinemos simplemente las del último año:
2009: PRINCIPALES IMPORTACIONES ALIMENTICIA DE VENEZUELA
Las cifras de los alimentos importados que comimos los venezolanos en el 2009, entre ellos, claro está, lo comprados al “malvado” Imperio, son abiertamente contradictorias entre lo planteado hace una década y la realidad. El 95% de lo que comimos importado se concentro en carne, pescado, leche, cereales, grasas y aceites vegetales y animales, azúcar, bebidas incluyendo las alcohólicas, legumbres y hortaliza bien como productos finales o como materias primas para la industria “nacional” de alimento. Como se ve nuestra dieta diaria y nuestra canasta alimenticia depende hoy como jamás en el pasado, de lo que recibimos del exterior. Carne, pan de trigo, espagueti, azúcar, leche, alimentos infantiles, aceites, alimento para los animales y mascotas hasta el aguardiente que consumimos sencillamente vienen del exterior.
Sin embargo llama la atención en esas importaciones de alimento dos renglones que abarca casi el 25 % de lo que compramos fuera del país. Nos referimos a los renglones de "carnes y despojos comestibles y residuos y desperdicios de las industrias alimentarias". En estos renglones-especialmente el primero- incluyen carnes para consumo humano, pero, no deja de despertar suspicacias el significado de comprar más de 1000 mm$ anual en estos renglones. En el 2008 estos renglones en las importaciones alcanzaron los 1820,98 MM$. Es cierto que en ellos se incluyen tanto la carne importada, como los alimentos para animales, pero allí se incluyen también verdaderos despojos y sobrantes de la industria alimenticia no aptos para el consumo humano.
Admitamos que parte de los 409,23 MM$ comprados en DESPOJOS DE LA INDUSTRIA ALIMENTICIA se usaron como materia prima para la producción de alimentos para animales, aun así estaríamos en un caso digno de investigación. Como explicar que se compren más en el exterior en supuestos alimentos o materia prima para consumo animal, que productos como animales vivos, azúcar, grasa y aceites, etc. Obsérvese que este renglón de Despojos, es el cuarto en compra de alimentos en el exterior. Por lo que se ve los animales, incluyendo mascotas, como que están comiendo mejor que los venezolanos, o… es que la industria de alimentos nos está poniendo a comer como los animales.
De todos es conocido el caso de la importación de leche o productos lácteos para alimentación animal que aquí se embolsan y venden para consumo humano. En fin, en un país donde la corrupción se esparce y domina en todos los ámbitos del país y teniendo en la industria de alimentos, la principal industria en la falsificación y adulteración de sus productos, porqué extrañarnos que estemos comiendo además de despojos, otra cosa, “claro si es importada, debe ser buena”, diría un habanero del mar de la felicidad.
Sigamos entre los discursos y la realidad. El 2009 fue decretado mediática y solemnente por el gobierno nacional como el “Año del Desarrollo Rural Revolucionario”, para ello de un monto total de Bs.F 167,5 millardos aprobados como gastos de la Nación para el 2009, se otorgan Bs.F 2.335,20 millones al Ministerio de Agricultura y Tierras (MAT) y Bs.F 3.038,46 millones al Ministerio de Alimentación (Minal); esto suma la cantidad de Bs.F 5,370 millardos que serian destinados a la producción agrícola y a la comercialización de alimentos. Estas cifras equivalen a 2497,67 millones de dólares, para el “desarrollo rural revolucionario”, pues bien, ¿cuánto alimento se importo en el citado año? 5.554,38 millones de dólares.
Como se ve la mayor parte del dinero para el supuesto desarrollo agrícola se destino, sencillamente a compras en el exterior. En otras palabras, se gasto el doble en importar alimentos, que en el desarrollo agrícola “endógeno”. Esta es la razón por la cual la alimentación de más de 28 millones de habitantes del país depende según cifras conservadoras de un 80% de las importaciones agrícolas. Y lo más cínico e irónico del caso es que cuando se aprobó este presupuesto para el año 2009 se destaco que uno de los fines principales era “promover una agricultura sustentable como estrategia para garantizar la seguridad alimentaria de la población”. El mismo cuento desde 1999 cuando en letras grandes escribían en la Constitución que…” En cumplimiento de esas atribuciones se establece que “El Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral a fin de garantizar la seguridad alimentaria de la población”, (Artículo 156 °, C.R.B.V) definiendo como seguridad alimentaria de la población “la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a éstos por parte del público consumidor”. (Artículo, 305). Y sin embargo, los redactores de este artículo sabían muy bien lo que escribían, y lo que se ocultaba detrás de esta frase de seguridad alimentaria.
Un perro o un esclavo que son propiedad de un amo, tienen asegurada su alimentación, mientras este amo lo tenga a sus servicios y les de la comida. En ese sentido tienen asegurada su “seguridad alimentaria”. Solo que esa seguridad depende de los intereses, capricho, deseos o estados de ánimo del amo, quien es el que dictamina cuando, como y que comerá el animal o el esclavo. La “seguridad alimentaria” en el país se puede garantizar, mientras se tengan los dólares del petróleo para comprar la comida que el amo nos suministra. Y precisamente todos los ministros de agricultura y de alimentación se han apegado a esta ideología de la seguridad alimentaria, de donde han sacado jugosas tajadas con las licencias de importación, una de las tantas fuentes de enriquecimiento de la boliburguesia.
En el periodo 2000- 2009 se han importado según las cifras oficiales, solo en alimentos, la cantidad de 31.705,19 millones de dólares. Esto significa aproximadamente más del 10% de la renta petrolera total percibida por el gobierno por regalías, impuestos y ganancias de PDVSA en estos 10 años. Aquí vemos uno de los verdaderos destinos de nuestra renta petrolera, que habla por sí solo del significado de la llamada “seguridad alimentaria”. En otras palabras, esta política ha sido el gran negocio para el capital extranjero que nos vende los alimentos, para la boliburguesia y burócratas que conceden los permisos y licencias de importación y claro está para los eternos importadores agrícolas, que en muchos casos son las propias transnacionales que se venden entre si la mercancía de la cual son dueñas allá y aquí.
Continuemos con estas lecciones de doble discurso mediático de los voceros del gobierno y del saqueo y desangramiento que esto significa para Venezuela. Desde el 2007, el hoy flamante vicepresidente prometió una y mil veces el autoabastecimiento por lo menos en arroz, maíz y pollo. En octubre del 2008 declaraba “Las políticas y medidas que ha implementado el Gobierno Bolivariano a lo largo de este tiempo, darán sus resultados en los próximos cuatro años, donde tendremos total abastecimiento en los principales productos de la cesta básica tales como carne y leche”. Pues bien precisamente ese año las importaciones agrícolas llegaron a la astronómica cifra de 7447,19 millones de dólares y solo entre carne, leche, cereales se importaron 3677,03 millones de $. Exactamente el 50%, del total de las importaciones alimenticias y lo más grave es que ese año se empieza a sentirse con fuerza el fenómeno de la escasez periódica de varios productos en el mercado, cuyas importaciones estaban controladas por el Estado.
Otro ejemplo. En noviembre pasado su viceministro Richard Canán, durante la presentación del Proyecto de Ley de Presupuesto para el Ejercicio Fiscal 2010, estimó “que el próximo año el área de siembra se incremente en unas tres millones de hectáreas; en el área pecuaria la producción vegetal en 24 millones de toneladas; y en el área pecuaria cinco millones de toneladas lo cual permitirá una autosuficiencia de los rubros como arroz, maíz, pollo, entre otros”. Tan solo dos meses después, en este mes apareció la siguiente noticia: “Venezuela le compró a los Estados Unidos 55.000 TM de maíz”, estamos hablando del 2010. En el 2007 el rendimiento de la producción de maíz en el país, según del Ministerio de Agricultura y Tierra era 3.528 kg/has, esta compra, significan 15.590 hectáreas, que no se sembraron, ni produjeron en el país y que fueron sembradas en el “malvado” imperio.
Elías Jaua en sus clásicas declaraciones mediáticas señalaba que ”… la producción agrícola vegetal del primer semestre 2009 creció 2,2% hasta 12,9 millones de toneladas frente al mismo lapso 2008; mientras que la producción agropecuaria saltó 7% de 2008 a 2009. Detalla que la producción de carne subió 9,6% hasta 271.649 toneladas y reitera que la importación representa 30% del consumo nacional.” Pero, los hechos son más fuerte que las palabras y discursos mediáticos, y el inoportuno BCV demostró que precisamente la industria de los alimentos se viene desacelerando desde el 2006 cuando creció 12% en 2006; bajando al 9,3% en 2007 y 4,3% en 2008, precisamente cuando aumentaron las importaciones agrícolas que entre el 2007 y 2009 significaron la astronómica cifra de 17.188 MM de dólares. Esta última cifra por si sola supera a todo lo invertido en el sector agrícola por el gobierno en todos los años de “revolución”.
La cuenta anterior, es solo un pequeño ejemplo. Sáquese las cuentas del comercio agrícola con Brasil en el 2008 ese año: “… Venezuela compró a Brasil: carne de pollo fresca (316.621 TM por US$ 531,4 millones); carne bovina fresca (US$ 96.827 TM por 418,3 millones); ganado en pie (144.898 TM o sea 289.796 cabezas por US$ 304,6 millones); leche en polvo (59.777 TM por US$ 280,4 millones), azúcar cruda (343.780 TM por US$ 104,1 millones), azúcar refinada (103.918 TM por US$ 35,1 millones), aceite de soya refinado (37.318 TM por US$ 57,06 millones). También otras preparaciones de carne (43.237 TM por 45,4 millones), arroz (47.444 TM por US$ 32,1 millones), leche condensada (13,2 TM por US$ 24,3 millones), huevos (3.244 TM por US$ 16,4 millones); carne de cerdo (2.404 TM por US$ 10,2 millones), etc.…. En el informe puede constatarse como las compras agrícolas de Venezuela a Brasil "crecieron vertiginosamente entre 2003 y 2008", pasando desde 77,7 a 2.216,4 millones de dólares (US$). "Una tasa de expansión promedio anual de 95,4% en los últimos seis años". Con este crecimiento, Venezuela pasó al quinto lugar entre los principales importadores agrícolas desde Brasil, apenas superado por la Unión Europea, China, Rusia y EUA.” (Del informe del Ministerio de Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento de Brasil, titulado "Intercambio comercial de agro negocio: principales mercados de destino", publicado en 2009).
Quien tenga la paciencia podrá solo, en este caso del comercio con Brasil calcular cuantas hectáreas dejaron de cultivarse, cuantos empleos se perdieron, cuanta tecnología e investigación dejo de emplearse, cuanto capital se le envió al capitalismo brasilero del Hermano Lula y cuanta escasez de alimentos se pudo evitar.
De tal manera que nuestra famosa seguridad y soberanía alimentaria descansa en dos muletas muy frágiles. Por un lado del ingreso petrolero, y por el otro, del mercado capitalista mundial que nos quiera vender la comida. En ambos caso seguimos dependiendo del amo extranjero, no importa que hoy le cambiemos el nombre y lo llamemos multipolaridad.
¿Realmente existe seguridad alimentaría? No, lo que existe es una vulgar y cínica dependencia de esclavo a amo, entre el país y el capital agrícola internacional a través del importador- burócrata-productor “venezolano”. Esta seguridad viéndola en su justo término, es precisamente todo lo contrario, un arma poderosa en manos del amo, que cuando se lo exijan sus intereses o su política, puede dejar de morir de hambre al animal, al esclavo o al país, si el “el gobierno revolucionario” no accede a sus exigencias, tal como acaba de ocurrir con la entrega de los nuevos bloques petroleros en la Faja del Orinoco. La llamada seguridad alimentaria en estas condiciones es realmente un mecanismo macabro de dependencia y chantaje y una vía rápida para la acumulación de capital en el exterior con los dólares del petróleo.
10 años bajo la hegemonía del partido militar unido a un verdadero lumpen político de “izquierda” y derecha, donde despilfarraron y saquearon una de las más grandes fuentes de acumulación de capital que haya tenido país en América Latina, han dejado al país no solo sin luz, sino también sin seguridad alimentaria, sin soberanía nacional y sobre todo endeudado y con los yacimientos petroleros entregados en propiedad y como garantía de pago de esa deuda. No todo está perdido, aun este país tiene recursos naturales, tierras, fuentes energéticas y sobre todo 13 millones de hombres y mujeres que con su trabajo pueden y deben voltear la tortilla, porque sencillamente no hay otra salida. Fracaso la burguesía, sus partidos de “izquierda “y derecha, sus militares y “doctores”, sus curas y pastores en solucionar la crisis de los pobres y explotados, aunque sinceramente nunca estuvieron interesados en ello. Quienes no han fracasado son los que todo lo crean y en cuyas manos está el futuro no solo de este país, sino de la humanidad entera: Los trabajadores, técnicos, ingenieros y todos los hombres y mujeres ligados al proceso productivo, a la vida y el amor.
SEGUNDA PARTE: DE DONDE VIENE LO QUE COMEMOS
PABLO HERNANDEZ. 18/02/2010
Sin embargo llama la atención en esas importaciones de alimento dos renglones que abarca casi el 25 % de lo que compramos fuera del país. Nos referimos a los renglones de "carnes y despojos comestibles y residuos y desperdicios de las industrias alimentarias". En estos renglones-especialmente el primero- incluyen carnes para consumo humano, pero, no deja de despertar suspicacias el significado de comprar más de 1000 mm$ anual en estos renglones. En el 2008 estos renglones en las importaciones alcanzaron los 1820,98 MM$. Es cierto que en ellos se incluyen tanto la carne importada, como los alimentos para animales, pero allí se incluyen también verdaderos despojos y sobrantes de la industria alimenticia no aptos para el consumo humano.
Admitamos que parte de los 409,23 MM$ comprados en DESPOJOS DE LA INDUSTRIA ALIMENTICIA se usaron como materia prima para la producción de alimentos para animales, aun así estaríamos en un caso digno de investigación. Como explicar que se compren más en el exterior en supuestos alimentos o materia prima para consumo animal, que productos como animales vivos, azúcar, grasa y aceites, etc. Obsérvese que este renglón de Despojos, es el cuarto en compra de alimentos en el exterior. Por lo que se ve los animales, incluyendo mascotas, como que están comiendo mejor que los venezolanos, o… es que la industria de alimentos nos está poniendo a comer como los animales.
De todos es conocido el caso de la importación de leche o productos lácteos para alimentación animal que aquí se embolsan y venden para consumo humano. En fin, en un país donde la corrupción se esparce y domina en todos los ámbitos del país y teniendo en la industria de alimentos, la principal industria en la falsificación y adulteración de sus productos, porqué extrañarnos que estemos comiendo además de despojos, otra cosa, “claro si es importada, debe ser buena”, diría un habanero del mar de la felicidad.
Sigamos entre los discursos y la realidad. El 2009 fue decretado mediática y solemnente por el gobierno nacional como el “Año del Desarrollo Rural Revolucionario”, para ello de un monto total de Bs.F 167,5 millardos aprobados como gastos de la Nación para el 2009, se otorgan Bs.F 2.335,20 millones al Ministerio de Agricultura y Tierras (MAT) y Bs.F 3.038,46 millones al Ministerio de Alimentación (Minal); esto suma la cantidad de Bs.F 5,370 millardos que serian destinados a la producción agrícola y a la comercialización de alimentos. Estas cifras equivalen a 2497,67 millones de dólares, para el “desarrollo rural revolucionario”, pues bien, ¿cuánto alimento se importo en el citado año? 5.554,38 millones de dólares.
Como se ve la mayor parte del dinero para el supuesto desarrollo agrícola se destino, sencillamente a compras en el exterior. En otras palabras, se gasto el doble en importar alimentos, que en el desarrollo agrícola “endógeno”. Esta es la razón por la cual la alimentación de más de 28 millones de habitantes del país depende según cifras conservadoras de un 80% de las importaciones agrícolas. Y lo más cínico e irónico del caso es que cuando se aprobó este presupuesto para el año 2009 se destaco que uno de los fines principales era “promover una agricultura sustentable como estrategia para garantizar la seguridad alimentaria de la población”. El mismo cuento desde 1999 cuando en letras grandes escribían en la Constitución que…” En cumplimiento de esas atribuciones se establece que “El Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral a fin de garantizar la seguridad alimentaria de la población”, (Artículo 156 °, C.R.B.V) definiendo como seguridad alimentaria de la población “la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a éstos por parte del público consumidor”. (Artículo, 305). Y sin embargo, los redactores de este artículo sabían muy bien lo que escribían, y lo que se ocultaba detrás de esta frase de seguridad alimentaria.
Un perro o un esclavo que son propiedad de un amo, tienen asegurada su alimentación, mientras este amo lo tenga a sus servicios y les de la comida. En ese sentido tienen asegurada su “seguridad alimentaria”. Solo que esa seguridad depende de los intereses, capricho, deseos o estados de ánimo del amo, quien es el que dictamina cuando, como y que comerá el animal o el esclavo. La “seguridad alimentaria” en el país se puede garantizar, mientras se tengan los dólares del petróleo para comprar la comida que el amo nos suministra. Y precisamente todos los ministros de agricultura y de alimentación se han apegado a esta ideología de la seguridad alimentaria, de donde han sacado jugosas tajadas con las licencias de importación, una de las tantas fuentes de enriquecimiento de la boliburguesia.
En el periodo 2000- 2009 se han importado según las cifras oficiales, solo en alimentos, la cantidad de 31.705,19 millones de dólares. Esto significa aproximadamente más del 10% de la renta petrolera total percibida por el gobierno por regalías, impuestos y ganancias de PDVSA en estos 10 años. Aquí vemos uno de los verdaderos destinos de nuestra renta petrolera, que habla por sí solo del significado de la llamada “seguridad alimentaria”. En otras palabras, esta política ha sido el gran negocio para el capital extranjero que nos vende los alimentos, para la boliburguesia y burócratas que conceden los permisos y licencias de importación y claro está para los eternos importadores agrícolas, que en muchos casos son las propias transnacionales que se venden entre si la mercancía de la cual son dueñas allá y aquí.
Continuemos con estas lecciones de doble discurso mediático de los voceros del gobierno y del saqueo y desangramiento que esto significa para Venezuela. Desde el 2007, el hoy flamante vicepresidente prometió una y mil veces el autoabastecimiento por lo menos en arroz, maíz y pollo. En octubre del 2008 declaraba “Las políticas y medidas que ha implementado el Gobierno Bolivariano a lo largo de este tiempo, darán sus resultados en los próximos cuatro años, donde tendremos total abastecimiento en los principales productos de la cesta básica tales como carne y leche”. Pues bien precisamente ese año las importaciones agrícolas llegaron a la astronómica cifra de 7447,19 millones de dólares y solo entre carne, leche, cereales se importaron 3677,03 millones de $. Exactamente el 50%, del total de las importaciones alimenticias y lo más grave es que ese año se empieza a sentirse con fuerza el fenómeno de la escasez periódica de varios productos en el mercado, cuyas importaciones estaban controladas por el Estado.
Otro ejemplo. En noviembre pasado su viceministro Richard Canán, durante la presentación del Proyecto de Ley de Presupuesto para el Ejercicio Fiscal 2010, estimó “que el próximo año el área de siembra se incremente en unas tres millones de hectáreas; en el área pecuaria la producción vegetal en 24 millones de toneladas; y en el área pecuaria cinco millones de toneladas lo cual permitirá una autosuficiencia de los rubros como arroz, maíz, pollo, entre otros”. Tan solo dos meses después, en este mes apareció la siguiente noticia: “Venezuela le compró a los Estados Unidos 55.000 TM de maíz”, estamos hablando del 2010. En el 2007 el rendimiento de la producción de maíz en el país, según del Ministerio de Agricultura y Tierra era 3.528 kg/has, esta compra, significan 15.590 hectáreas, que no se sembraron, ni produjeron en el país y que fueron sembradas en el “malvado” imperio.
Elías Jaua en sus clásicas declaraciones mediáticas señalaba que ”… la producción agrícola vegetal del primer semestre 2009 creció 2,2% hasta 12,9 millones de toneladas frente al mismo lapso 2008; mientras que la producción agropecuaria saltó 7% de 2008 a 2009. Detalla que la producción de carne subió 9,6% hasta 271.649 toneladas y reitera que la importación representa 30% del consumo nacional.” Pero, los hechos son más fuerte que las palabras y discursos mediáticos, y el inoportuno BCV demostró que precisamente la industria de los alimentos se viene desacelerando desde el 2006 cuando creció 12% en 2006; bajando al 9,3% en 2007 y 4,3% en 2008, precisamente cuando aumentaron las importaciones agrícolas que entre el 2007 y 2009 significaron la astronómica cifra de 17.188 MM de dólares. Esta última cifra por si sola supera a todo lo invertido en el sector agrícola por el gobierno en todos los años de “revolución”.
La cuenta anterior, es solo un pequeño ejemplo. Sáquese las cuentas del comercio agrícola con Brasil en el 2008 ese año: “… Venezuela compró a Brasil: carne de pollo fresca (316.621 TM por US$ 531,4 millones); carne bovina fresca (US$ 96.827 TM por 418,3 millones); ganado en pie (144.898 TM o sea 289.796 cabezas por US$ 304,6 millones); leche en polvo (59.777 TM por US$ 280,4 millones), azúcar cruda (343.780 TM por US$ 104,1 millones), azúcar refinada (103.918 TM por US$ 35,1 millones), aceite de soya refinado (37.318 TM por US$ 57,06 millones). También otras preparaciones de carne (43.237 TM por 45,4 millones), arroz (47.444 TM por US$ 32,1 millones), leche condensada (13,2 TM por US$ 24,3 millones), huevos (3.244 TM por US$ 16,4 millones); carne de cerdo (2.404 TM por US$ 10,2 millones), etc.…. En el informe puede constatarse como las compras agrícolas de Venezuela a Brasil "crecieron vertiginosamente entre 2003 y 2008", pasando desde 77,7 a 2.216,4 millones de dólares (US$). "Una tasa de expansión promedio anual de 95,4% en los últimos seis años". Con este crecimiento, Venezuela pasó al quinto lugar entre los principales importadores agrícolas desde Brasil, apenas superado por la Unión Europea, China, Rusia y EUA.” (Del informe del Ministerio de Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento de Brasil, titulado "Intercambio comercial de agro negocio: principales mercados de destino", publicado en 2009).
Quien tenga la paciencia podrá solo, en este caso del comercio con Brasil calcular cuantas hectáreas dejaron de cultivarse, cuantos empleos se perdieron, cuanta tecnología e investigación dejo de emplearse, cuanto capital se le envió al capitalismo brasilero del Hermano Lula y cuanta escasez de alimentos se pudo evitar.
De tal manera que nuestra famosa seguridad y soberanía alimentaria descansa en dos muletas muy frágiles. Por un lado del ingreso petrolero, y por el otro, del mercado capitalista mundial que nos quiera vender la comida. En ambos caso seguimos dependiendo del amo extranjero, no importa que hoy le cambiemos el nombre y lo llamemos multipolaridad.
¿Realmente existe seguridad alimentaría? No, lo que existe es una vulgar y cínica dependencia de esclavo a amo, entre el país y el capital agrícola internacional a través del importador- burócrata-productor “venezolano”. Esta seguridad viéndola en su justo término, es precisamente todo lo contrario, un arma poderosa en manos del amo, que cuando se lo exijan sus intereses o su política, puede dejar de morir de hambre al animal, al esclavo o al país, si el “el gobierno revolucionario” no accede a sus exigencias, tal como acaba de ocurrir con la entrega de los nuevos bloques petroleros en la Faja del Orinoco. La llamada seguridad alimentaria en estas condiciones es realmente un mecanismo macabro de dependencia y chantaje y una vía rápida para la acumulación de capital en el exterior con los dólares del petróleo.
10 años bajo la hegemonía del partido militar unido a un verdadero lumpen político de “izquierda” y derecha, donde despilfarraron y saquearon una de las más grandes fuentes de acumulación de capital que haya tenido país en América Latina, han dejado al país no solo sin luz, sino también sin seguridad alimentaria, sin soberanía nacional y sobre todo endeudado y con los yacimientos petroleros entregados en propiedad y como garantía de pago de esa deuda. No todo está perdido, aun este país tiene recursos naturales, tierras, fuentes energéticas y sobre todo 13 millones de hombres y mujeres que con su trabajo pueden y deben voltear la tortilla, porque sencillamente no hay otra salida. Fracaso la burguesía, sus partidos de “izquierda “y derecha, sus militares y “doctores”, sus curas y pastores en solucionar la crisis de los pobres y explotados, aunque sinceramente nunca estuvieron interesados en ello. Quienes no han fracasado son los que todo lo crean y en cuyas manos está el futuro no solo de este país, sino de la humanidad entera: Los trabajadores, técnicos, ingenieros y todos los hombres y mujeres ligados al proceso productivo, a la vida y el amor.
SEGUNDA PARTE: DE DONDE VIENE LO QUE COMEMOS
PABLO HERNANDEZ. 18/02/2010
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